22 dic 2008

Hoy a la noche me voy a Rada Tilly. No sé para qué escribo esto. Tengo que leer sobre la situación en Medio Oriente para rendir hoy, pero no tengo ganas. Me entristece. Me entristece leer sobre cómo se cobijó a los judíos sionistas después del Holocausto. Me entristece leer sobre la ausencia de acción de Inglaterra en defensa de los palestinos. Me conmueve la creación de Al Fatah para resistir, sí. Las descripciones de Illan Pappé sobre cómo saquearon las pequeñas aldeas. Las fotos, ahí están: miles de carpas en las cercanías con Jordania cargadas de madres y abuelos y ancianas con bastones. Ben Gurión, el héroe judio. Tramando desde su hogar junto a los sionistas cómo aniquilar. Saber cómo los palestinos no tenían idea de lo que se venía. Cómo seguían con su rutina trabajadora. De pronto, la invasión. De pronto, la expulsión. La cruda forma del desalojo que llevaban a cabo el Irgún, la Haganá. Walsh y sus andanzas junto a los de Hamás. Walsh contestándole a la Embajada de Israel en Argentina. Ahí está, Rodolfo Walsh presente, el periodista más audaz y con más corazón que tuvo el país en los últimos cincuenta o cien o doscientos años. La estúpida resolución de la ONU. Todo sigue vigente. La semana pasada liberaron a 220 palestinos. En estos días bombardearon la Franja de Gaza. Y Gaza responde. El eterno dilema. Pero: ¿quién empezó? ¿Quién vino a usurpar? ¿Por qué Israel quiere todo? ¿Por qué la limpieza étnica? ¿Cuándo terminará todo? ¿Y si simplemente no hay final? ¿Si simplemente el mundo es guerra, y no tendrá fin? ¿Si simplemente el mortal jamás encontrará la Paz? ¿Y si el mundo no tiene forma de seguir adelante si no es por los conflictos? Creo que siempre tiene que haber conflictos. Ayer en un programa de televisión había invitados políticos. Estaban Michetti, Giustiniani, Filmus, Sabbatella, Lozano y Morales. Hablaron sobre las ideas, sobre la democracia. Una de las conclusiones era que no hay democracia sin conflictos. Bueno, me cago en todos, no me gustó ninguno, no me banqué a ninguno. Y claro que no hay democracia sin conflictos -no hay política sin conflictos. Eso sí, todos aún reivindican la democracia. Siendo que en los últimos veinticino años no fue más que un fraude. No entiendo este festejo, este bicentenario. ¿Tenemos que festejar que podemos opinar? ¿Tenemos que festejar que no estamos siendo picaneados? La democracia es un fraude. Aunque sí coincido: la peor democracia siempre será mejor que cualquier dictadura. Tengo dudas. Siempre tengo dudas. Esto que escribo está cargado de dudas. Simplemente lo uso como descarga. Me voy, me voy al sur, y no haré nada. No tengo computadora, me llevo como 20 libros y capaz termine alguno. Trabajaré con mi hermano seguramente, colocando jaulas a camionetas petroleras. No es dificil, aunque a mis manitos débiles y digitales le cueste un poco. Mi hermano es un tipo de oficio, y sólo tiene 20 años. Pero trabaja hace 2 años de lunes a sábados, gana su buena plata; sus lujos son comprar cosas para su auto, porque ya se pudo comprar el auto. Está bien, no lo critico. No terminó la escuela tampoco. Yo no tengo mucho diálogo con él. Pero estoy lejos y los últimos tres años no hablamos más que sólo en enero. Y nos tomamos algo juntos en las fiestas. Somos tan diferentes. Creo que tendría que apretar enter. Pero como tengo años de PC encima puedo escribir muy rápido. Muy. Entro a un foro, recién, porque me estaba hartando de estas palabras. Apreto en la sección Actualidad, a ver que hay. Veo más atrás, sobre el fin de semana. Un tipo convoca a algunos para marchar por el 20 de diciembre en recuerdo del 2001. "Todos por el Argentinazo" tituló, o algo así. Uno contestó, ah, en esa época estaba en la costa; otro dijo: uh, argentinazo, ya no saben qué inventar. Otro dijo: el cacerolazo es un invento chileno. No leí más. Ya todo es burlesco. Quizá son chicos, pienso, quizá no les importa que mataron a personas, a jovenes. Quizá no les importa lo del Puente Pueyrredón. Yo también era chico en esa época, bueno, tenía 16 y vivía en un pueblo de cinco mil habitantes en Chubut a 20 kilómetros de Santa Cruz. Tampoco miraba tele y me gustaba andar en bici o callejear o sufrir el viento rateándome de la escuela. Pero después, un paso adelante, vamos, tiene que haber algo, abrir un poco los ojos. O capaz no. Yo qué carajos sé. De este año, que ya se cumplen los 360 días, fumé marihuana 300 días, por lo menos. Qué carajos puedo opinar, si soy una almohada, si soy una planta a la que le gusta llegar a la noche para poner una película y fumar un porro. Soy el pelotudo que no puede dormir si no fumó antes de acostarse. Soy el pelotudo al que su madre visita y espera para que se duerma para fumar marihuana nervioso y tirar el humo por la ventanita del baño para que el olor no se impregne y no llegue al olfato adormilado de su madre. Soy ese pelotudo, entonces, qué hago escribiendo. Esto no es más que quejas, bueno. Pero ya está, qué puedo hacer. Vuelvo. Leí a Arlt. me entero que estuvo en la Patagonia. Bariloche, Neuquén, Carmen de Patagones. En 1934. Aguafuertes, algunas de sus tantas. Qué tipo prolífico, Arlt. Mil ochocientas notas para El Mundo, El juguete rabioso, la mejor novela que leí argentina; Los siete Locos, Los Lanzallamas, El criador de gorila, cuentos, obras de teatro, más y más. Ya no hay nadie así. En TEA, que está lleno de gente imbancable, preguntan a quiénes leemos en los diarios. Yo jamás respondí y jamás dije algo, porque no me gusta ninguno. Caparrós y sus contratapas es nombrado. O Wainfeld. Muchas veces se quejan de los gerundios o de ponerle un poco de humor a la cosa. Pero claro: el primer día, una profesora de Taller, dijo: Sépan sólo una cosa, acá nadie, ni ahora ni nunca, será como Roberto Arlt, caigan a la tierra. Bueno, lo veneró ahí al instante. Ya sé que no podemos ser Arlt, vejeta editora de una revista de género, con años encima y con historia, ya sé, pero tampoco lo digás así. Ya algunos tenemos bastante con la auto martirización como para que vengas vos también a tirar no leña sino carbón al fuego. TEA es una mierda pero sigo y sólo sé que sigo ahí porque conocí a 3 personas muy especiales, de los que me hice muy amigo. Y por ellos sigo, y también creo que yo ayudo a ellos para seguir. Vamos juntos, entre crítica y crítica, entre ensalsamiento y engarzamiento criticón, cargamos la metralleta linguistica de humor, aderezamos el horario de noche semanal con un poco de acidez y podemos seguir adelante, total después vamos a tomar una cerveza y nos desahogamos. Hoy quiero empezar a leer una novela, El cuento de la criada, de Margaret Atwood. No sé por qué, pero quiero empezarla. No sé de qué se trata; en la contratapa dicen que es una versión de La Naranja Mecánica o algo así. Veremos. También tengo Diez días que conmovieron al mundo de John Reed. De él leí México Insurgente, sobre la Revolución Mexicana, y me dejó helado. El retrato que hace de Pancho Villa es alucinante; él y sus caballos, él y su osadia, él y su ejercito campesino, entrando al DF al ritmo de la alegría. Pancho Villa es más audaz que Zapata. Los dos ya no están, de los dos quizá hay que aprender. Cuando me senté pensé que no tenía nada para escribir. Ahora veo que sólo tengo cosas confusas, siempre cortitas, no pudiendo profundizar en ninguna, como esto que se lee acá, que no lo estoy releyendo, en esta ventanita blogger chiquita. Me gusta algo de blogger. No me agobia con publicidades, dentro de todo, es bastante libre. Sé a lo que estoy atado. Pero algo tiene, entre tanta mierda de red social y tanta minimalización de vida. Facebook está atorando a todos y de eso no dudo. Facebook está acongojando el hecho de vivir. Facebook está aturdiendo a los impacientes. Yo tuve y ya no tengo más. ¿Por qué, de vez en cuando, me urge entrar? ¿Por qué, de vez en cuando, quiero saber en qué andan algunos amigos? Pero: ¿de qué carajos me entero cuando entro?: de nada. Es una mierda sin sentido. No quiero saber que son las 14.54 y estás comiendo albondigas, boluda. No quiero saber que ya estás de vaciones. No quiero ver las fotos nuevas de un compañero de la primaria con cara de pelotudo y contentísimo porque tiene novia y el álbum llamado Yo y Ella carga con cuarenta fotos de ellos y veinte de besos. Ellos dos, pareja feliz y admirable, sentados a la mesa, vamos, mi amor, dame un beso, y con la otra mano, flash, flash, foto. A ver, corazón, ¿cómo salió? Vamos con otra. Pará, frená en mi boca, que la cámara tarda unos segundos, por el flash. Para, amorcito, salí re mal, dejá que me tape la oreja con el pelo. No quiero saber más nada. Me gusta irme porque me ausenta de algunas cosas con las que tengo que combatir en el año. Me encanta ir y estar desinformado, perdido en una nube de pedo. Sí: quizá está mal. Es una forma, simplemente, de borrarme, es como una pequeña muerte, por más estúpido y haragán que suene. Es mi muerte, es la única posible en vida. Tengo que pensar también, de qué se viene el 2009. De cómo ir llevando la vida. También tengo un amor perdido, un amor al que extraño mucho, y que vive a demasiados kilómetros, y por ahí nos podemos ver. Tengo miedo, como siempre. Ella sabe que yo tengo miedo, ella sabe que ella no tiene miedo, porque es más audaz, y tiene actitud, y tiene valores, y sabe cómo seguir para delante, cosa de la que yo no sé nada, cosa de la que temo porque tengo el culo fruncido y porque soy un chico de sofá. Escucho a Bad Religion y Recipe For Hate es su mejor disco. Me cansé, voy a comer arroz con atún. Son las doce del mediodía. Es la primera vez que almuerzo a las doce del mediodía. Siempre hay una primera vez para todo, frase trillada que repite Madre, frase que siempre me gustó.