28 mar 2008

Darío estaba en contra de todo, esa noche. Era el cumpleaños de 15 de su prima, a la que no ve nunca, de la que siempre estuvo alejado. La prima, Melisa, se largó a prender unas 15 velas. Pusieron luz tenue, música melosa, y arrancó a entregar, micrófono en mano, cada una de las velas. A mis amigas Julia, Tamara y Azul, que me acompañaron siempre, dijo. Se empezó a hacer muy tedioso. En la vela 6, llamó a Darío y su hermano. Que siempre los tuvo lejos y que gracias por estar siempre. Algo así fue lo que dijo. Darío estaba colorado y lo que menos quería hacer era pasar ahí al frente. Recibieron aplausos y también estaba toda su familia. Yo era uno más, estaba en la mesa hablando con Esteban, que somos compañeros de Melisa de curso y nos invitó y es al primer cumpleaños de 15 que vamos. Yo ya estoy grande para estas cosas. Repetí dos veces y entré tarde al colegio. Ya tengo 18. Bueno, en la vela 4 Melisa llamó a sus tíos, los padres de Darío y el hermano, que no sé el nombre. En la vela 2 Melisa llamó a sus padres y a su hermano. Darío sabía que alguien faltaba. A Darío se le figuraron en la mente la cara sonriente de su abuelo muerto y a lado la de su madrina, la tía P., que murió tan joven y era la más querida en la familia. Melisa se largó a llorar y Darío avistó todo en una sola imagen. Se le cayeron dos lágrimas tan rápido como jamás había pasado y, en el medio de todo, se fue al baño. Llegó al baño, se prendió un cigarrillo y se miró al espejo. Lloraba. Escuchaba todo. Y escuchó: Esta primera vela es para mi nonno y mi tía que ya no están más y se fueron de un día para el otro. Los seguimos extrañando mucho y, por eso, quiero llamar a mi hermano y a mis primos para que la reciban. Darío escuchó los aplausos y pensó en ir o no ir. Decidió que no, que lloraba, que no le convenía. Después de esos aplausos yo me dirigí al baño porque sabía que él iba a estar ahí. Yo estaba en la mesa de al lado y lo vi todo el tiempo, él es más grande, siempre andaba solo y aparte era el único que fumaba, así que yo ya le había pedido dos o tres cigarrillos. Llegué al baño y se miraba al espejo. Le di un abrazo y le dije que está todo bien, que ahí adentro, todos lo entendieron. Se secó las lágrimas y me dijo dale, vamos, que no es para tanto, sólo fue un golpe bajo y yo ya no estoy para estas cosas. Volvimos al salón, nos sentamos juntos y nos tomamos una cerveza.

24 mar 2008

Fruit tree

Tantas cosas se han escrito ya sobre Nick Drake. Tantas, tantas, tantas mejores que ésta. Recopilaciones sobre su vida, datos biográficos impecables, principios de rastros por donde pasaba el universo Nick, fotos blanco y negro que lo dicen todo de un individuo alto, triste y hermoso. Pero es inevitable. Ya una vez escribí sobre él, al llegar de una plaza, pensando en que lo había visto, o eso creí, seguramente era alguien, si no parecido, de mismas características, y ahí creí yo verlo y me encanté y vine y escribí unas lineas sobre cómo él puede presentarse ante uno y en qué casos. Y ahora él también está, después de un fin de semana agitado, de mucho alcohol, de mucho sedentarismo, de mucho asiento y culo y silla y no levantarse y sí, compartir con amigos horas y horas y ya no saber de qué hablar o de qué reírse, aunque el humor sigue afilándose con el correr de las horas y siempre, pero siempre, aun en el cansancio, sorprende. Y ahí está Nick para venir a las ocho en punto de la noche del lunes a decirme acá estoy escuchame y quedate tranquilo. Ahí está su universo y también sus verdades: I saw it written and I saw it say / Pink moon is on its way / And none of you stand so tall / Pink moon gonna get you all / It’s a Pink moon / It’s a pink pink pink pink, pink moon.

Y el final. El último moon. Voz suave y acaremalada en un cuarto oscuro con vista al bosque después de fumar hash. O quizá después de escuchar Another Side of Bob Dylan. O después de leer una novela de Dickens.

15 mar 2008

7 mar 2008

Una de W. B. Yeats

Palabras

Tuve este pensamiento hace un rato,
'No puede comprender mi amada,
lo que he hecho o haría
en esta amarga tierra ciega'.

Y me quedé del sol muy fatigado
hasta que mis pensamientos otra vez se aclararon,
al recordar que lo mejor que he hecho
lo hice para que bien se me comprendiese;

que cada año lloré, 'Al fin
mi amada lo comprende todo,
pues he logrado toda mi fuerza,
y obedecen las palabras mi llamada'.

Si ella lo hubiera hecho, ¿quién puede
decir lo que habría extraído del cedazo?
Yo podría haber desechado las pobres palabras
y haberme contentado con vivir.