24 ene 2009

El Sótano es, valga la redundancia, un sótano escondido en la Avda. San Martín, la única calle céntrica de la ciudad de Comodoro. En éste sótano funciona un bar-pool donde tocan bandas todos los fines de semana desde hace, más o menos, quince años (calcúlo yo así al vuelo). Ayer tocaron Intermitentes, Shaman y los Hombres en Llamas y La Patrulla Espacial. Es distinto, ver a Shaman, y la Patrulla, que en la Plata o en Buenos Aires. Es distinto, verlos en tu ciudad, es distinto y hay diferencias; hay ausencia de lo que si queremos apurarnos y etiquetar viene a ser una pequeña tribu, o una escuelita, o el mote que sea que podríamos poner a ese abarcativo y no tan honesto circuito Indie. Es distinto cuando no lo hay y la diversión es más y la apertura es más y la libertad es aún más. Ahí estaba el punkito de la Escuela de Arte comodorense, comiéndose que la psicodelia que destilaba algún tema era para rabiar y pogear infinito. Y así es donde está bien, donde algún pibe random se le une al gordo Heavy asiduo al Sótano en busca de vino y metal, en donde el que recorrió MySpaces encontró y aterrizó, en donde el que pateó el centro alguna tarde vió los humildes afiches y dijo allá voy. Las tres bandas estuvieron bien y a las tres las había escuchado poco. En un momento prendimos una ínfima colilla de porro y, nadie sabe cómo, apareció un tipo de civil con esposas matoneando con llevarnos. Nos dijo que ya ya ya y en mi letargo yo respondí “está bien, okey”. Caminábamos y le dije “mirá”, las palabras no me salían, y por detrás sonaba un megáfono y una guitarra espacial, y también avistaba los ojos, los ojos de los demás, el qué habrán hecho. Entonces le dije mirá la tiramos, la tiramos y no hacemos más nada; sonó débil y apaciguado, pero se ve que lo tranquilizó, o me creyó, o a lo primero se había hecho el duro de reflejo, pero dijo “está bien, disfruten nomás” y volvimos sin acotar nada -sólo lo hicimos tarde y en el regreso.